Entre los años 2010 y 2011, Colombia enfrentó inviernos cuyas precipitaciones superaban los registros históricos. Según Ricardo Lozano, director en esa época del IDEAM, el fenómeno de la Niña de esos dos años es una de las más duras tragedias naturales soportadas por el país. Entre sus efectos se cuenta la generación de un boquete en el Canal del Dique, en el Atlántico, de 238 metros, en noviembre de 2010. El 15 de diciembre de ese año, la revista Semana reportaba: “cinco municipios están bajo el agua: Manatí, Santa Lucía, Candelaria, Campo de la Cruz y Repelón. Cien mil de sus habitantes sobreviven en refugios que no dan abasto. En Suan, mujeres, niños y ancianos ya fueron evacuados. En el lugar solo se quedaron los hombres para intentar reforzar las zonas más vulnerables a las aguas del Canal del Dique”.
El presidente de la República, Juan Manuel Santos, reconoció que ese rompimiento no tenía por causa exclusiva la temporada invernal, sino que era producto también de la sedimentación que resultaba de la tala de árboles y de la contaminación de los ríos que llegan al mar.
El fenómeno de la Niña también dejó como consecuencia, en abril de 2011, el desbordamiento del río Bogotá por cuenta del rompimiento de uno de los jarillones, ocasionado una avalancha en el municipio de Villa Pinzón, y la inundación de la Sabana de Bogotá. En noviembre del mismo año los niveles del río aumentaron nuevamente generando inundaciones en aproximadamente 80 hectáreas. Pablo Rueda, experto en riqueza hídrica de Colombia, explicaron entonces que el río buscaba el espacio que fue suyo y que le había sido arrebatado para la ganadería, la siembra de flores y el crecimiento urbano.